miércoles, 7 de abril de 2010

Querer y no poder

El hotel Continental Panticosa está en un sitio increíble, en el circo del valle, y eso es casi lo único bueno que se puede decir de este hotel
Estuvimos alojados por tres noches la semana santa del año 2010 y todo fue una serie de problemas uno tras otro. Teníamos una especie de media pensión, llamado el pack romántico, que incluía una cena romántica el último día.
Nada más llegar vimos que aunque la habitación tenía dos camas, con dos colchones, las sabanas eran grandes y estaba montado como una única cama. A las 13:30 ya habíamos pedido que nos pusieran las sábanas como dos camas separadas, la primera persona con la que hablamos nos dijo que tenía que consultarlo, cosa que nos pareció increíble, pero bueno, supusimos que después de consultarlo el resultado sería que nos harían el cambio. A las 14:30 llamamos otra vez, una nueva persona nos dijo que tendría que consultarlo… A las 17:00 llamamos otra vez, en esta ocasión una tercera persona nos dijo que tendríamos que cambiar de habitación si queríamos dos camas ¿Qué? Nos pareció alucinante. Respuesta: “Dirección y la gobernanta no hacen ese tipo de cambios, si quieren dos camas tienen que irse a otra habitación” Al final a las 20:30 acabamos en otra habitación, que tenía dos camas, pero estaba situada no en el ala principal, sino en otra que se encuentra enfrente y a la que se accede por un pasillo elevado bastante largo que no tiene calefacción y que está gélido. Nos pasó lo mismo en Tenerife en el Palacio de Isora y en 20 minutos estaba todo arreglado. Que prefieran cambiarte de habitación antes que cambiar unas sabanas es flipante.
A la mañana siguiente (viernes) no había agua caliente por la mañana; avisamos: “En seguida lo miramos…”. EL agua caliente volvió por la tarde. La mañana del domingo no había agua de ningún tipo, avisamos: “Alguien irá a mirarlo”. Nos fuimos de este infierno helado antes de que volviese.
La cena romántica estuvo bien, aunque se echaba de menos alguna velita o algún detalle romántico. El restaurante La Braserie es de lo poco que se salva, en general la comida está bien, aunque los platos deberían llegar más calientes a las mesas. En su día este restaurante estuvo asesorado por Pedro Subijana, claramente ese no es el nivel actual. Eso sí, no dan jarras de agua, solo agua embotellada, cosa que no sé si es legal, pero estando en Panticosa, tener que beber agua mineral cuando la del grifo es de las mejores no parece razonable.
El hotel está lleno de carteles de “Fuera de servicio”, en ascensores, en la sala de juegos, en el SPA... Hay bastantes goteras. Una de las puertas del SPA que daba a la calle estuvo estropeada durante los tres días y cada vez que entraba alguien de fuera te helabas. De los dos ascensores del SPA, que tiene cinco pisos, solo funcionaba uno y había cola para cogerlo. Claramente el mantenimiento es insuficiente.
El personal del SPA es amable, pero deja algo que desear en cuanto a su nivel.
La comida del autoservicio es, bueno, pues eso, comida de autoservicio, pero en este caso los productos parece elegidos para solo poner lo más barato de los más barato: pollo, cerdo, macarrones, panga… no creo que nada del autoservicio costase a mas de 5 euros el kilo.
Se supone que este es un lugar de categoría, pero no sé si será por la crisis o porque, la realidad está muy lejos de ello.
No volveré jamás. Mejor alojarse en Panticosa pueblo y subir a ver el paisaje.

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